Educación a distancia efectiva vs. Educación virtual afectiva, una crítica a la situación.

Educación a distancia efectiva vs. Educación virtual afectiva, una crítica a la situación.
Pedro J. Cisneros A.

En los momentos que atraviesa el sistema global en todos los aspectos sociales, es menester entender, desde una perspectiva no burocrática, la educación actual desde la mirada no del observador sino de los actores principales del sistema, en este sentido de los docentes, que han visto un elemento no sistémico de su gestión educativa.

Se presentan a diario particularidades en el establecimiento de clases llevadas desde la práctica docente con directrices burocráticas que pretenden una enseñanza significativa, pero con procesos tomados desde la idea del escritorio, sin aterrizar a una realidad de estudiantes y docentes, es sin duda alguna, un proceso al cual no se ha estado acostumbrado y no por la epistemología de costumbre, sino del pensamiento de cotidianidad.

Hay procesos que son necesarios debatirlos para una mejor educación en momentos emergentes, no seguir procesos asumiendo que todas las decisiones son acertadas, pretender que dentro de un aula virtual se generen todas las destrezas necesarias para un desarrollo significativo es irreal, pero necesario en el proceso y en este marco de tiempo por el cual atravesamos. Pero hay que dejar de lado las situaciones o paradigmas que nos separan y centrarnos en lo que es importante para los que concebimos a la educación no como un trabajo sino como una vocación, de generar o motivar a los estudiantes a ser buenas personas, capaces de desenvolverse de manera adecuada ante un mundo que cada vez más pide a gritos seres humanos que dentro de su bagaje académico también sean personas comprometidas a cambiar una realidad y ser empáticos en todos los escenarios del mundo.

Pretender que, con cambios curriculares, eliminación contenidos y demás presunciones irreales, puedan los estudiantes establecer de mejor manera su culminación de un año escolar no es significativo. Se ha establecido un método de enseñanza para muchos nuevo en su esquema, de una educación a distancia que pretende ser efectiva, mostrando unos mínimos imprescindibles de contenidos, pero dentro de este pensamiento, no se ve un conjunto de particularidades de cada estudiante y cómo se pretende en la educación dar apertura a programas también de inclusión educativa. Esperar que un estudiante con necesidades educativas especiales se siente frente a un computador con la esperanza de que pueda adquirir conocimientos, que cabe resaltar muchas veces es complicado en un aula de una institución, es irreal. Las necesidades de cada estudiante son diferentes.

La realidad en la que nos encontramos tiene muchas aristas y muchas variables, como acceso a la parte tecnológica, entendimiento de la asignatura con un límite de tiempo y sin la supervisión constante de un docente y de la inquebrantable observancia de padres de familia, que en vez de aportar con la motivación a sus hijos, pretende desprestigiar la labor del docente sin conocer qué pude haber detrás, de la misma manera con variables de cada persona.

Cada docente se ha visto inmerso en la búsqueda de estrategias para poder llevar a cabo de la mejor manera su gestión educativa, investigando nuevas tecnologías, preparando trabajos que sean generadores de pensamiento crítico, tratando de vislumbrar en dichos trabajos un entendimiento de los temas impartidos de manera virtual (cabe destacar que como profesor no se pretende generar más ansiedad en los estudiantes cargándoles de trabajos, repito se buscan las mejores estrategias, que también pueden ser erróneas). Si el lector es educador compartirá con el autor, que el trabajo ha sido más extenuante que en un proceso común. Es importante ser empático también con aquellas personas que buscan ayudar y es el caso de los docentes.

Pasar de dar una clase a distancia efectiva a dar una clase virtual afectiva, es un paso y proceso que se puede dar con simples procesos de acercamiento a la empatía con los estudiantes que se encuentran al otro lado del computador, para muchos docentes que impartimos clase virtual a los jóvenes de tercero de bachillerato, sentimos al igual que los estudiantes una impotencia de poder decir que este año como todos, puedan tener una ceremonia de graduación, que no van a estar juntos aquel día, que es importante al terminar un proceso educativo que ha significado 12 años de preparación. Es por ello que ser afectivos de alguna manera, puede llevar a que se elimine la “obligatoriedad” de asistir a una clase por una plataforma fría, en la que se imparte una clase con contenidos para una culminación de un año escolar y nuevamente hacer nada hasta que se presente la “oportunidad” de tiempo de realizar las tareas.

Lamentablemente para muchas personas el papel del docente en la actualidad no es reconocido como se debería, profesores fiscales que han tenido que esperar más de 15 días para se pagados de su remuneración, que han trabajado sin descanso, recibiendo negativas de las instancias superiores, porque para variar son la “última rueda del coche”, padres de familia que increpan que no pagaran pensiones porque sus hijos no están asistiendo a un establecimiento. Eso afecta también a las personas que están dando clases, también son padres, madres, hijos que ayudan o sostienen sus hogares, etc.

Este momento por el que atravesamos ha llevado a todas las personas a decir que salimos juntos y se vanaglorian de su solidaridad tras una pantalla, pero solo ha demostrado el egoísmo de cada uno que no piensa si la otra persona estará bien o cómo hace para realizar su actividad esperando sea para el bienestar de sus estudiantes. 

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